Pues como hay paisaje, y gente y colegotas y animales y de todo, pues lo pongo en otros temas, dado que encaja en demasiados.
Pues el sábado pasado, tras unas duras y rápidas decisiones el viernes por la tarde y grandes dudas por
la que se estaba montando en la A6, Colegota y yo nos decidimos a darnos un paseo por la nieve por
Campo Azalvaro, aguas abajo de la presa del pantano de los Serones, el paseo que pensé para el congreso, pero que no pudo ser (esta es la
segunda vez que voy con gente). La verdad es que, aunque parece que no hay nada, si se conoce bien la zona,
se ve de todo.
Pues llegamos, nos forramos cual cebollas para no pelarnos de frío, y cámara en panza nos lanzamos a la aventura.
Lo primero fue llegar a la presa del embalse de Serones y bajar para seguir el curso del rio Voltoya (que rima con nariz
), que es la ruta planeada.
Lo mejor en estos casos es seguir los caminos usados por los indígenas, que ellos saben mejor que nadie cual es el mejor camino.
Pero claro, Colegota es un par de tallas más grande que la media local y se las vio para poder pasar por alguno de estos vericuetos.
Pero no temáis, que salió airoso del tema, o casi.
Tras eso, nada mejor que estirarse todo lo largo que es y posar, que se vea que estaba dándolo todo.
Seguimos las sendas locales, en este caso, la que nos marcó un simpático zorro que no vimos.
Seguimos andando hasta que llegamos a las mismas puertas de Mordor, tremendamente modernizadas, que han puesto luz para jugar a la consola.
Dado que no podíamos seguir avanzando, giramos, y fuimos hacia la luz (
dont go to the light Caroline). Colegota me saco ventaja, dado que el subía solo y yo cargaba con mi amiga la anemia. Hay que ver lo que le sube la moral a Colegota esto de salir conmigo.
Con la escusa de fotografiar la meseta, pare un rato a ver si conseguía recuperar un pulmón que me dejé por el camino.
Colegota decidió que lo que más le favorecía era un retrato a contraluz, que como las cámaras tienen un rango dinámico de mil millones de pasos, capta todo y no hay problema.
Pero el dios de la fotografía lo castigo y lo convirtió en enanito.... dos veces
Desde las alturas vimos nuestro próximo destino, lugar que algunos recordareis por la tremenda comilona que nos dimos en su día.
Y bajamos corriendo para que no nos dejasen sin la rica merienda que nos esperaba.
Seguimos, a pesar de que encontramos muchas barreras, al final siempre había una salida.
Echamos una última mirada al valle
Y salimos por patas antes de que la nueva oleada de nubes nos pillase.
Otro día más (y mejor).