En la historia de la fotografía se han sucedido diferentes avances tecnológicos que permitieron la modificación, en cada época, del modo de trabajo y del planteamiento base de la fotografía misma, por ejemplo, la aparición de las primeras cámaras miniatura o la película a color.
Las tecnologías digitales han irrumpido en la técnica química de fotografía como un “huracán”, provocando grandes cambios, nuevos procedimientos y abriendo un abanico gigante de posibilidades creativas. Pero en ningún caso, se trata de una nueva disciplina artística, es igualmente fotografía. Esta revolución es comparable a la que provocó Kodak en 1888 cuando sacó la primera cámara de “usar y tirar” poniendo, de este modo, la fotografía al alcance de cualquier persona, y no sólo en manos de unos pocos adinerados. Esta técnica permitió la popularización de la fotografía, el nacimiento de las “instantáneas”.
La fotografía digital da una vuelta más de rosca a este proceso de popularización de la fotografía, no sólo con la obtención de una imagen instantánea, sino ofreciendo la posibilidad del tratamiento posterior de la misma desde el ordenador. Dicho de otro modo, con la fotografía clásica la mayoría de los usuarios tenían decisión sobre los resultados de sus fotografías sólo en el momento de la “toma”, dejando al criterio de laboratorios profesionales el resto del proceso de obtención del “negativo” y la “copia”. Actualmente, con la tecnología digital se puede influir en los tres procesos de obtención de fotografías: por supuesto, en el mismo momento de la “toma”, el proceso de edición digital con el ordenador “el negativo” y en la obtención de la “copia” final con nuestra impresora.
No obstante, la espesura del bosque puede hacer que perdamos el verdadero camino. Las enormes posibilidades que ofrece el tratamiento digital de imágenes, unido a la gran importancia que se le presta al aprendizaje de este proceso, puede restar importancia a los otros procesos: la “toma” y la “copia” en papel que son, si cabe, más importantes que el tratamiento digital frente al ordenador.
Se pueden leer en internet diferentes opiniones sobre una nueva forma de esclavitud fotográfica: “El fotógrafo(a) al servicio del tratamiento digital de imágenes”, por ejemplo,
el fotógrafo de prensa Eduardo Parra dice en su artículo “Esclavos del retoque” de quesabesde.com:
“Hoy día no son pocos los fotógrafos que no conciben eso de no retocar, ni que sea un mínimo ajuste de niveles”...
”El retoque es como una droga: un cielo más azul, un bosque más verde, un atardecer más rojo”...
”Tan impactante queremos dejar una fotografía, que deja de serlo y se convierte en una composición digital”...
“Nos convertimos en creadores de otra realidad en la que la fotografía es sólo el punto de partida”...
Es difícil hablar de la fotografía en términos generales, debido a que existen muchas disciplinas como la fotografía creativa, de prensa, de deportes, documental, de moda, etc; lo que puede valer para una, no sirve para otra. Tales afirmaciones de Eduardo Parra sobre la importancia que se otorga al “retoque” en detrimento de la planificación de la toma o de la obtención de la copia, son algo tremendistas, pero pueden servir perfectamente para explicar algunas de las imágenes que se ven actualmente circulando por internet. Desde mi punto de vista, estas afirmaciones, no quieren decir, que no se pueda crear una nueva realidad con un tratamiento digital drástico de una fotografía, sino que este tratamiento debería estar en un segundo plano, lo primero sería planificar y componer al máximo la imagen en su concepción, o sea, justo al revés de como se hace habitualmente.
De igual manera, otra forma de esclavitud podría ser la dependencia tecnológica que sufren algunos usuarios preocupados únicamente en tener el mejor y último modelo de equipo fotográfico posible. Son enamorados de la máquinas que prestan mayor atención a la comparación de su cámara con la del compañero(a). Esta “esclavitud del píxel” genera grandes beneficios a las marcas de fabricantes, pero no aporta nada a la fotografía misma.
Como siempre, la mejor salida podría ser el camino de en medio. Si te gusta la fotografía y necesitas aprender, libérate de estas formas de esclavitud, para ponerlas a tu servicio. No hay que tener la mejor cámara posible para hacer buenas fotografías; y no puedes pretender, a la hora de planificar una toma, que después arreglarás esto o aquello, con el ordenador. Estudia técnicas de composición, iluminación y exposición fotográfica; “habla” con tu cámara y experimenta con ella hasta que sea una extensión más de tu forma de expresar lo que piensas. Pero sobre todo, no olvides que las buenas fotografías no salen, ni de la cámara, ni del ordenador, están en ti.
Si no estás contento(a) con los resultados de tus fotografías, el motivo no es que tu cámara no sea la mejor o el software que usas no te permita un mejor retoque más profundo. El motivo es porque no sabes expresar lo que quieres con las herramientas fotográficas que tienes, pero no porque estas herramientas sean malas o insuficientes. Tienes la guitarra, pero te falta aprender música y practicar hasta que sangren los dedos, como a mí.